18 diciembre 2015

El Belén, una tradición llegada de Nápoles



LA NAVIDAD, MITOS Y RITOS (I)

El Belén, una tradición llegada de Nápoles

Por José Ivars Ivars



Cuando llegan estas fechas navideñas, tan entrañables y con tanta tradición, hay un elemento que con el paso del tiempo ha ido formando parte del ritual propio de la festividad, siendo ya habitual en casi todos los hogares. Me refiero al “belén”, manifestación navideña que podríamos decir que con su montaje, las familias inician los actos que irán desarrollándose a lo largo de estas fiestas.

Conozcamos un poco más de este ritual donde se escenifica con figuras e imaginarios paisajes la escenografía de Jesús y su nacimiento. Históricamente se han encontrado representaciones figurativas del nacimiento de Jesús datadas en el año 343 (tras el concilio de Nicea), y a partir de ese instante son muchas las iconografías que han sido representadas siguiendo los relatos de los “Evangelios de Mateo y Lucas”.
Pero la escenificación del belén tal y como lo conocemos hoy en día se debe principalmente a San Francisco de Asís quién representó en el año 1223 el nacimiento de Jesús en su población natal colocando un pesebre con paja y utilizando una imagen del Niño Jesús al lado de una mula y un asno, vivos. Había quedado maravillado de la celebración de la Navidad en la ciudad de Belén que quiso hacer algo grande en su pueblo (Greccio) por lo que solicitó autorización expresa al Papa Honorio III. Cuentan las leyendas, y aquí cada uno que opine, que en la misma representación, la figura del Niño Jesús que era de piedra cobró vida. Este milagro fue tan significativo que empezó una gran tradición que nos llega hasta nuestros días.

En España la tradición a la construcción de belenes nos llegó más tarde, si bien en toda la Europa cristiana ya esta arraigada esta costumbre. Fue el Rey Carlos III quién lo introdujo en el siglo XVIII, copiando la tradición de Nápoles (de donde también era rey). Con él trajo el llamado “Belén del Príncipe” que todavía hoy se puede contemplar en el salón de Columnas del Palacio Real de Madrid. Cuando el belén llega a España, en Italia ya estaban consagrados verdaderos imagineros que desarrollaron en España una auténtica escuela con grandes maestros del belén.
Aunque en un principio la instalación de belenes llegadas las navidades solo era habitual en la alta sociedad de la época, poco a poco esta tradición fue introduciéndose en los hogares del “populacho”, clase social menos pudiente que quisieron imitar a los poderosos en la celebración de la navidad.



Aunque el concepto del belén perdura en el tiempo, la evolución ha hecho que las figuras, partes importantes en el belén, hayan ido adaptándose al paso del tiempo, incluso adaptándoles vestimentas poco bíblicas para darles ese aire de la zona. A pesar de ello los grandes belenistas aún prefieren sin duda las figuras tradicionales tras las cuales están las manos de importantes artistas. De entre todas las figuras hay una un tanto peculiar, que posiblemente no tuviese cabida en aquellos belenes de siglos pasados, pero que hoy es parte indispensable de todo belén: “el caganer” figura que representa a un pastor al que se le representa agachado en posición de defecar.
El origen de esta figura en los belenes viene más de la tradición popular y data de finales del siglo XVIII ó principios del XIX, y en cada zona geográfica de España recibe su propia definición: “cagones” en Murcia, “Caganer” en Cataluña, “Cagoes” en Portugal. Sobre su origen, se dice que viene del siglo XIV ya que existe una figura esculpida en la fachada de una casa del pueblo de illa (Francia). También en España encontramos una representación similar en la catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca).Existe un precedente a estas construcciones y lo encontramos en una figura de mármol del siglo XVII bajo el nombre de “La Virgen y la montaña de Montserrat” que se encuentra expuesta en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

En muchas zonas de España, es una tradición evidente cada año con la llegada de estas fechas de diciembre, donde además se organizan numerosos concurso a nivel local e incluso provincial, y donde verdaderos aficionados a este arte, nos deleitan cada año con sus creaciones, llegando incluso a sorprendernos como van año tras año mejorando la puesta en escena, e incluso innovando para dar lo mejor de sí, como belenistas. Es evidente que el belén está presente en la navidad a pesar de los años transcurridos y de la evolución que la vida social ha experimentado. Seguramente lo envuelva esa magia que tiene la Navidad.




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